A pesar de sentirme muy insatisfecha con los resultados del trabajo anterior, no se me cruzó ni por un minuto que aprender patchwork no fuera para mí. Con los obvios obstáculos de quien pasa semanas y semanas sin poder sentarse a trabajar, un día de 2008, lo intenté de nuevo, esta vez, con un almohadón para la habitación de mi hijo. He aquí el producto:
Este almohadón ha sobrevivido, lo que me lleva a pensar que no estuvo tan mal hecho... La tela de ositos es un sobrante del catre que hice para mi hijo cuando estaba embarazada (es una pena que lo haya prestado y no me lo hayan devuelto, ése ha sido mi mejor trabajo hasta hoy). El resto de las telas son batistas, lino y arciel, también sobrantes de otros trabajitos pequeños. Los gajos estampados son de fibrana, trabajarlos fue todo un padecimiento.
Aunque pasaron los años y la escenografía cambió, porque mi bebé creció y ya no tiene sus peluches en exhibición, aquí está el almohadón en su hábitat natural:
En este blog comparto esa parte de mi vida a la que dedico poco tiempo pero es la que más me gusta: mis manualidades, mis lecturas, mis pequeños placeres cotidianos.
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Los perdedores y los autodidactas siempre saben mucho más que los ganadores. Si quieres ganar, tienes que concentrarte en un solo objetivo, y más te vale no perder el tiempo en saber más: el placer de la erudición está reservado a los perdedores. Umberto Eco, 2015
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